Entraste en mi casa vacía y fría con tacones de cristal, buscando quien sabe qué, temerosa de lo que podías encontrar allí, y las puertas se cerraron tras de ti dejándote huérfana de aire y luz. Evocaste al destino dormido encerrado en un armario, al que no había podido despertar el tintineo continuo de mis lágrimas cayendo como goteras desde mi techo, lágrimas de lluvia intentando mojar tu cuerpo para sentir tu piel mas cerca y que recogías en barreños para lavar tu ropa mas delicada solo para tenerme siempre aferrado a ti. Y te adentraste en mi hogar por largos pasillos de paredes desnudas, leyendo mis letras, viendo mis platos sucios y mis copas, vacías de vino, viviendo cada una de las habitaciones hasta llegar a mi cama donde aun conservaba tu alma entre las sábanas, un aroma perenne que solo tiene un dueño, dando forma al colgante alojado en tu cuello donde guardas mi corazón, mecido en amor. Despertaste al oír mi llegada, huyendo del encuentro para no desvelar el secreto de tu recuerdo, devolviendo mis lágrimas al cielo y dejándome de nuevo con las huellas de tu sombra que ni el viento, fuera de mi morada, puede llevarse...
Preciosa entrada.
ResponderEliminarSe trata de un ejercicio que hacia años que no realizaba. Cuando empecé en esto de la música con 5 añitos, nos ponían un vinilo (el CD y demás maravillas no existían aún) con música clásica y debíamos dibujar aquello que nos sugería la música, aunque mis obras no fueron siempre entendidas... Ahora no las dibujo, cosa que debería también emprender de nuevo, pero escribo lo que una melodía te hace imaginar; y si unas buenas imágenes ayudan, mejor que mejor... Aina, forma parte de nuestras clases particulares de música que tenemos pendientes tu y yo... Ya tienes deberes !!!
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